Todo marcha bién, las clases son de lo mejor, nos juntamos en grupo, desarrollamos talleres, hechamos la talla, respondemos algún cuestionario con un cigarrito o compartiendo un café en el casino, que en medio de la bulla entre el televisor siempre encendido y que nadie ve, igual se pueden hacer tareas y trabajos en grupo, como una alternativa a la sala. Pero el esquema se transforma cuando algún profesor o más bién profesora anuncia algún trabajo para disertación, aqui comienzan a transformase los rostros y el pánico comienza a bailar en medio de nuestra sala, ¡¡¡¡ NO, POR FAVOR!!!!, y el horror está en su máxima expresión el dia mismo en que hay que pararse delante del curso, ante la mirada del resto, que también espera su turno, como en la fila antes de entrar al matadero. Pero la tortura también comienza para los que tenemos que escuchar la lata de aquellos que sólo saben leer. En medio de proyectores, transparencias, terminan leyendo en una hoja de cuaderno arrugada que apenas pueden ver en medio de tiritones, aunque también hay algunos bien macanudos que se sientan en la mesa, con la patudes del maestro, como el mejor de los profetas, también aquella, que por su magistralidad arranca el aplauso espontaneo de los compañeros y las felicitaciones de la profesora. Pero después de todas las torturas para exponentes y expectadores, viene el relax, aunque algunos les dura varios días los tiritones, la risa y alegría de las "doncellas" del curso alegran el disafio y dan sentido al esfuerzo. ¿o no?.
